
El sonido terapéutico de los instrumentos armónicos
El baño de sonido con instrumentos armónicos tales como Cuencos tibetanos, Cuencos de cuarzo, Gongs y Didgeridoo así como el Canto Armónico tiene la capacidad, mediante sus diferentes frecuencias, de trabajar simultáneamente tanto nuestro cuerpo físico como nuestro cuerpo sutil, que adoptan una nueva dimensión con sonidos de meditación.
La característica común que todos estos instrumentos comparten es que todos poseen solo una nota. Esta nota es llamada nota fundamental y además de ser la nota o frecuencia más grave del instrumento sirve de base sobre la cual se «despliegan» una serie de notas o frecuencias más agudas llamadas armónicos o parciales.
Estos armónicos constituyen la riqueza sonora del instrumento, y de ahí que sean conocidos como instrumentos «armónicos». La imagen en la que podemos pensar aquí es la de un árbol y sus ramas, siendo el tronco, su nota fundamental y los armónicos sus ramas.
Pues bien, el modo en que nosotros percibimos el sonido de estos instrumentos en un baño de sonidos podemos separarlo en diferentes niveles de sonidos de meditación.
El primer nivel es el que percibimos, principalmente, a través de la escucha.
La onda sonora viaja desde los instrumentos hasta nuestros oídos y después de una serie de pasos nuestro cerebro lo decodifica. Es por este motivo que nuestra actividad cerebral (que podemos medir en Hz) baja de frecuencia y experimentamos los efectos ya sea de una meditación profunda (0.5 4 Hz), aumento de la creatividad (4 7.5 Hz) o aumento de la concentración e imaginación (7.5 -14 Hz).
Pero esta no es la única manera en que el sonido puede nos afecta, hay más.
El sonido es una onda vibratoria
que se propaga más rápidamente
a través del agua que a través del aire.
Ahora bien, si recordamos que nuestro cuerpo esta constituido en un 70 por ciento por agua, que efecto tendría entonces en el mismo en una sesión donde diferentes instrumentos suenan simultáneamente y el despliegue de armónicos y notas fundamentales se sostiene por un mínimo de 45 minutos?
Pues bien, las frecuencias cuando tocan nuestros cuerpos estas se aceleran viajando a través del agua presente en todo nuestro organismo, hacia niveles muy profundos, permitiendo a las vibraciones asimilarse a un nivel celular que contribuyen a un estado de relajación alcanzado por la meditación.
Y aquí viene lo más interesante, un estudio hecho por un músico francés ha demostrado que cuando el sonido entra en contacto con una célula, esta responde cambiando de forma y de colores, aumentando su brillo y luminosidad, formando diferentes mandalas, y brindándole un efecto regenerador a través de los sonidos de meditación.
Es como si la célula «respirase» el sonido
y luego expresase el bienestar
que este le produce.
Finalmente, el sonido afecta también a nuestro cuerpo sutil o aura.
Nuestra aura rodea a nuestro cuerpo físico y en ella es en donde se depositan densidades que pueden estar creadas por patrones negativos sean estos externos (ondas electromagnéticas: ordenador, móviles, televisión) o internos (pensamientos, emociones).
Cuando una zona de este campo se ve afectada y no viene tratada, experimentamos un bloqueo. La consecuencia de esto es la posible aparición de una enfermedad. Si la nota fundamental es la más grave del instrumento y principalmente la encargada de afectar a nuestro cuerpo físico con su frecuencia, son los armónicos los encargados de actuar en nuestro cuerpo sutil, el modo en que lo hacen, es de la misma manera en que el sonido trabaja en nuestras células, es decir, entrando en nuestro campo áurico y haciéndolo respirar.
El sonido de los armónicos ofrece espacio y tiempo entre las notas fundamentales y es este espacio, creado por los armónicos, el encargado de liberar de nuestra aura los patrones negativos acumulados, y abrirla a que nueva información acceda a través de experiencias con sonidos de meditación.
Cuando recibimos una sesión de sonidos armónicos no hacemos otra cosa que regresar a lo que realmente somos:
energía que fluye libremente,
espíritu plenamente presente,
es decir, aetherno.
El sonido de estos instrumentos eleva nuestra frecuencia vibratoria llevándonos a un lugar donde solo reina la calma y el bienestar a través de sonidos de meditación y mindfulness.
Nos devuelve a nuestro origen, a nuestro estado de presencia, a la reconexión con el aquí y ahora, y con la plena conciencia. Un lugar donde poder proyectarnos hacia un futuro mejor desde la salud.
Ignacio Dattilo (1976). Nací en Buenos Aires y desde temprana edad sentí una inclinación natural por el sonido, que me llevo por mas de 30 años a estudiar música y diferentes instrumentos como guitarra, didgeridoo, percusiones nativas, canto armónico, cuencos tibetanos, cuencos de cuarzo y gong, entre otros. Me dedico a trabajar y estudiar el sonido en su dimensión sanadora y meditativa. Uno de mis proyectos es Isha Project, con Isabel Cervantes, en el cual trabajamos musicalmente con mantras, cantos devocionales y cantos a la tierra, con el fin de sanar nuestra relación con el planeta.