Mirar la alegría reflejarse en el rostro de un niño y acompañarles con emoción a…

Pintando mandalas con niños: cómo, cuándo y por qué
Cuando pensamos en niños hay varias imágenes que se nos vienen a la mente relacionadas con ellos. Yo imagino muchas preguntas, con esa curiosidad propia de alguien que recién está descubriendo el mundo. También puedo imaginar un pequeño corriendo de un lado a otro, dejando entrever tan solo una porción de esa energía que tiene dentro de sí.
¿Cómo no? El niño también representa ese tropezar característico de alguien que aún no domina del todo su cuerpo, pero a su vez el infante nos recuerda que la mejor forma de actuar ante una caída es levantarse, sacudirse y continuar con el juego y la exploración. Hay mucho que podemos, como adultos, aprender del niño al verle en su día a día.
Uno de mis recuerdos favoritos cuando rememoro mi propia infancia tiene que ver con ese mundo de colores que me ideaba al pintar en una hoja de papel. Al colorear podía tanto explorar la realidad, como olvidarme de las leyes que la rigen. Así como podía dibujar una casa, o un perro, podía crear seres y lugares fantásticos como un gato volador en un planeta hecho de mis dulces preferidos.
Todas estas actividades que asociamos con ser niños son beneficiosas para ellos, incluso aquellas que como adultos no entendemos. Es positivo que les dejemos ser, que le permitamos conocerse a sí mismos y al mundo en su especial forma. Nuestra visión como adultos, en ocasiones, puede impedir su pleno desarrollo.
Sin embargo, el intervenir de manera amable y consciente, introduciendo estas actividades, puede dar resultados de provecho para su crecimiento mental, espiritual e incluso físico. De allí nace la necesidad de enseñar yoga para niños, ya que a través de esta acción el niño puede utilizar la energía que ya posee para lograr un desarrollo más equilibrado a nivel emocional.
El yoga para niños es tan solo una muestra de lo que podemos significar como adultos en su crecimiento. Otra actividad, estrechamente relacionada con esa memoria de mi infancia, son los mandalas para niños. Esta es una herramienta que nos trae la cultura hindú y que se ha utilizado en adultos como una forma de conocerse a sí mismos , meditar y estimular la creatividad.
¿Qué es una mandala?
La palabra mandala viene del sánscrito para “centro” o “círculo”. Tradicionalmente hablando las mismas deben conservar esta forma circular y ser simétricas, sin embargo los mandalas, en especial los mandalas para niños, pueden venir en todas las formas (¡y tamaños!). Se considera mandala a una imagen o composición compuesta por figuras geométricas o artísticas como animales, naturaleza, etc, cada una de ellas representando aquello que nos rodea y sus características.
Recientemente hablábamos de la importancia de los espacios coloridos al momento de enseñar yoga para niños y de cómo cada color puede despertar algo dentro de ellos. Al pintar un mandala el color también guarda una estrecha relación con el mundo interior de los pequeños. Es muy importante conocer qué nos quieren transmitir con los colores elegidos.
Si al colorear el niño utiliza azul, puede estar transmitiendo una sensación de calma y optimismo en sus tonos claros, pero también puede ser sinónimo de tristeza y apatía en sus tonos más opacos u oscuros. El verde, por su parte, suele estar relacionado con el equilibrio y la esperanza, si se utiliza en exceso, puede manifestar indiferencia por lo que le rodea. El violeta nos indica que el niño, aunque con tendencias a la introversión, tiene una fuerte inclinación hacia lo espiritual.
Por su parte, los tonos cálidos como el rojo deben despertar una alerta cuando se utiliza en demasía, ya que puede estar ligado a un exceso de energía y agresividad. El naranja representa la creatividad, si el niño se inclina por utilizarlo, ¡aprovéchalo ya que tiene ganas de crear! El amarillo está ligado a la alegría, pero su uso excesivo puede estar diciéndonos que el pequeño está ocultando algo.
El blanco, el negro y el gris, por ser la ausencia de color, deben ser tomados en la mayoría de los casos como un motivo que debe ser analizado. En el espectro más oscuro, con el negro y los grises, nos indica que hay miedos, dudas, así como falta de energía. En cambio, aunque el blanco representa la luz, la paz y espiritualidad, una abundancia de este puede representar que el infante se siente vacío.
El mandala debe ser visto como un mapa interno del niño, interpretar los colores que posee nos puede ayudar a identificar posibles problemas que esté experimentando y no sepa comunicar, los cuales pueden ser trabajados a través del yoga y el mindfulness para niños.
¿Por qué pintar mandalas con los niños?
El arte es una excelente manera de externalizar las emociones, ya sea como niño o como adulto, sin embargo pintar mandalas va un paso más allá de otras formas de artes al estar ligados a lo espiritual, así como a lo emocional y lo mental. Cuando se está coloreando un mandala, se entra en un estado de meditación, donde lo consciente se desconecta, dejando que el inconsciente salga a la luz y se manifieste de una manera física.
Iniciar a corta edad con los mandalas, así como con el yoga para niños, ayudará al pequeño a conectar con una parte de sí mismo que muchos adultos no llegan a conocer jamás. Sin embargo, este no es el único beneficio que pueden sacar de esta colorida actividad. Otros de los motivos por los que deberías considerar incentivar a tus niños a vivir la experiencia de los mandalas son:
Beneficios físicos: la motricidad fina es la habilidad para coordinar su vista con movimientos de músculos pequeños, como en los dedos. Al sostener los colores para pintar, esta habilidad se desarrolla, permitiendo una mayor precisión. La medicina moderna ha estudiado la relación entre la salud y el hábito de colorear mandalas. Se tiene la teoría de su conexión directa con el sistema inmune y la presión sanguínea, así como para combatir enfermedades como la epilepsia.
Beneficios mentales: los niños pueden ser dispersos, ¿y cómo no? ¡Con tanto por explorar! Y aunque esto no sea negativo como tal, pintar mandalas puede ayudarles con su concentración, que necesitarán a medida que vayan creciendo. Adicionalmente, al iniciar una actividad que requiere de tiempo, estimulas su paciencia y constancia. Asimismo, gracias a las formas geométricas que lo componen, estarán aprendiendo sobre el conocimiento espacial.
Beneficios emocionales: los seres humanos somos complejos, lidiamos con una multitud de emociones. El mandala es una herramienta que le permite al niño dejar salir lo que siente, ayudándole a combatir el estrés y la ansiedad, así como aumentar su autoestima, mientras que permite el ingreso a los pensamientos positivos con una actividad que también estimula su lado más creativo.
¿Cómo y cuándo pintar mandalas con los niños?
Eventualmente, tus niños serán capaces de crear sus propios mandalas, con tantas figuras geométricas y orgánicas como su imaginación les diga. Sin embargo, al dar los primeros pasos en este mundo, serás tú quien deberá ofrecerles una variedad concreta de mandalas para que ellos escojan el que más les llame la atención. Para elegir el mandala a pintar, debes tener en cuenta su edad. A mayor sea, mayor la complejidad de las formas.
Esta actividad deberá tener una duración de entre 20 a 30 minutos, puedes realizarla en cualquier momento del día. Ya sea para iniciar la rutina con buen pie o para meditar al final del día y liberar las emociones negativas que pudiesen surgir. Lo más importante es estar en un ambiente tranquilo, sentados y con música agradable.
Entre las reglas a seguir, debes indicarles que no pueden hablar durante la actividad y, si se encuentran en grupo, que se centren en su propio mandala a menos que al final sus compañeros deseen compartirlos. Debes recordarles que se tomen su tiempo, ya que apresurarse o terminarlo en una sola sesión no es el propósito de la dinámica, sino concentrarse y conectarse con la respiración.
Finalmente, cuando ya el niño haya terminado de pintar, puedes sentarte con él y hablar acerca de cómo les hace sentir el producto final o cómo se sentían a medida que lo hacían. Si el niño está de acuerdo, pueden colgar en algún lugar visible su mandala, de esta forma también estarás propiciando un sentido de pertenencia y amor por su creación.
“Estar con niños es vivir en el presente, ellos te muestran constantemente su capacidad ilimitada de imaginación, de asombro ante las pequeñas situaciones cotidianas, son una inspiración que nos recuerda ese estado más fluido y ligero que con el paso del tiempo vamos perdiendo”.
Isabel Cervantes
Creadora del Método Suryakiranam
Yoga para Niños y Adolescentes